Calumnia, que algo queda
Están muy gallitos en el corral de Génova 13. Unos y otros emulan a su secretaria general, María Dolores de Cospedal, y hacen méritos ante Mariano Rajoy, el jefe supremo, recientemente rehabilitado -qué honor, qué inmenso honor- por Pedro J. Ramírez. Incluso desde la facción aguirrista se oyen voces arropando la estrategia marianista, que consiste en proyectar la imagen de José Luís Rodríguez Zapatero cual si él fuera el nuevo dictador de España.
Según cómo se contemple, Zapatero vendría a ser el auténtico sucesor del general Franco. Javier Fernández Lasquetty, ahora consejero de Inmigración del Gobierno Aguirre, fue durante bastante tiempo el hombre de confianza de José María Aznar en FAES. Tras afirmar que “cada vez que gobierna el PSOE hay problemas de escuchas telefónicas”, Lasquetty soltó luego toda la retahíla adicional: “Lo que hoy estamos viendo es cómo el Gobierno, más allá de escuchas en concreto, está centrando todo su esfuerzo en perseguir a la oposición, contando para ello con todos los resortes y aparatos del Estado (...)”
Sin embargo, el mayor estruendo le ha correspondido –hay que reconocérselo- a Javier Arenas. Está en forma el eterno candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía: “Solamente en las dictaduras se persigue a la oposición, a los adversarios, con fiscales y policías. Esta situación no debe continuar (...) Creo que estamos viviendo en los últimos tiempos un clima político irrespirable cuyo máximo responsable es Zapatero”.
Arenas ha sido con frecuencia descrito como la sonrisa del PP, similar a la sonrisa del régimen, que se atribuía a José Solís Ruiz, aquel ministro dicharachero y simpático, pastelero del sindicato vertical y también ministro del Movimiento, sinónimo de la Falange. Lo cierto es que Arenas ya exhibió en la noche del 6 de junio de 1993 su cara más adusta, como lo hizo a su lado Alberto Ruiz-Gallardón [quien por cierto ha enmudecido desde que estalló el affaire Gürtel]. Gallardón, como se sabe, es otro de los peperos considerado, ¡ay!, centrista. Ambos obedecieron con suma disciplina el encargo de un desolado Aznar, que se creía ganador a priori de las elecciones generales –celebradas ese domingo- y tuvo que tragarse su segunda derrota.
Ante media España, que seguía con atención extrema el veredicto de las urnas, Arenas y Gallardón se dedicaron a difundir por doquier que probablemente los votantes habían sido víctimas de un pucherazo, parecido a los de la Restauración. En definitiva, un fraude electoral con cargo al entonces ministro del Interior, José Luis Corcuera, y al presidente del Gobierno, Felipe González. El culpable, hace casi veinte años, de convertir –según el PP- nuestro país en una república bananera, donde la oposición es agredida desde las instituciones, fue González. El culpable, en la actualidad, de perseguir a la oposición y de circular por el sendero de la dictadura es Zapatero.
Juan José Millás, en El País del 26 de agosto de 2007, evocaba ese episodio –propio de los que no saben perder- con estas palabras: “Quienes tenemos razones históricas para temer a la derecha de la que procede gran parte del PP, no lo olvidaremos jamás”. La derecha española fue siempre –salvo respetables excepciones- ultramontana. Apoyó al Rey felón, Fernando VII, para que traicionara a la Constitución de Cádiz y liquidara a los liberales. El rey propició la invasión militar de los Cien Mill Hijos de San Luis, prestos a dar el cerrojazo a las ideas liberales, procedentes del siglo de las luces y de la revolución francesa.
El coronel Riego, símbolo de las ideas liberales, fue llevado al cadalso y ejecutado por orden del monarca. Fue también la derecha la que impidió, por todos los medios, la consolidación de la II República. Y, en efecto, lo que no lograron con los votos lo consiguieron con las botas. Ésta es su costumbre inveterada.
A nadie debe, pues, sorprender que ahora –en un portentoso ejercicio de ubicar el mundo al revés- muchos de los que siguen creyendo que el franquismo proporcionó una “inmensa placidez” (Mayor Oreja dixit), proclamen que aquí no hay democracia, que se persigue al PP y que los policías, fiscales y jueces que abren causas a militantes y cargos populares no lo hacen por ser presuntos delincuentes, sino por ser conservadores. Calumnia, que algo queda.
Según cómo se contemple, Zapatero vendría a ser el auténtico sucesor del general Franco. Javier Fernández Lasquetty, ahora consejero de Inmigración del Gobierno Aguirre, fue durante bastante tiempo el hombre de confianza de José María Aznar en FAES. Tras afirmar que “cada vez que gobierna el PSOE hay problemas de escuchas telefónicas”, Lasquetty soltó luego toda la retahíla adicional: “Lo que hoy estamos viendo es cómo el Gobierno, más allá de escuchas en concreto, está centrando todo su esfuerzo en perseguir a la oposición, contando para ello con todos los resortes y aparatos del Estado (...)”
Sin embargo, el mayor estruendo le ha correspondido –hay que reconocérselo- a Javier Arenas. Está en forma el eterno candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía: “Solamente en las dictaduras se persigue a la oposición, a los adversarios, con fiscales y policías. Esta situación no debe continuar (...) Creo que estamos viviendo en los últimos tiempos un clima político irrespirable cuyo máximo responsable es Zapatero”.
Arenas ha sido con frecuencia descrito como la sonrisa del PP, similar a la sonrisa del régimen, que se atribuía a José Solís Ruiz, aquel ministro dicharachero y simpático, pastelero del sindicato vertical y también ministro del Movimiento, sinónimo de la Falange. Lo cierto es que Arenas ya exhibió en la noche del 6 de junio de 1993 su cara más adusta, como lo hizo a su lado Alberto Ruiz-Gallardón [quien por cierto ha enmudecido desde que estalló el affaire Gürtel]. Gallardón, como se sabe, es otro de los peperos considerado, ¡ay!, centrista. Ambos obedecieron con suma disciplina el encargo de un desolado Aznar, que se creía ganador a priori de las elecciones generales –celebradas ese domingo- y tuvo que tragarse su segunda derrota.
Ante media España, que seguía con atención extrema el veredicto de las urnas, Arenas y Gallardón se dedicaron a difundir por doquier que probablemente los votantes habían sido víctimas de un pucherazo, parecido a los de la Restauración. En definitiva, un fraude electoral con cargo al entonces ministro del Interior, José Luis Corcuera, y al presidente del Gobierno, Felipe González. El culpable, hace casi veinte años, de convertir –según el PP- nuestro país en una república bananera, donde la oposición es agredida desde las instituciones, fue González. El culpable, en la actualidad, de perseguir a la oposición y de circular por el sendero de la dictadura es Zapatero.
Juan José Millás, en El País del 26 de agosto de 2007, evocaba ese episodio –propio de los que no saben perder- con estas palabras: “Quienes tenemos razones históricas para temer a la derecha de la que procede gran parte del PP, no lo olvidaremos jamás”. La derecha española fue siempre –salvo respetables excepciones- ultramontana. Apoyó al Rey felón, Fernando VII, para que traicionara a la Constitución de Cádiz y liquidara a los liberales. El rey propició la invasión militar de los Cien Mill Hijos de San Luis, prestos a dar el cerrojazo a las ideas liberales, procedentes del siglo de las luces y de la revolución francesa.
El coronel Riego, símbolo de las ideas liberales, fue llevado al cadalso y ejecutado por orden del monarca. Fue también la derecha la que impidió, por todos los medios, la consolidación de la II República. Y, en efecto, lo que no lograron con los votos lo consiguieron con las botas. Ésta es su costumbre inveterada.
A nadie debe, pues, sorprender que ahora –en un portentoso ejercicio de ubicar el mundo al revés- muchos de los que siguen creyendo que el franquismo proporcionó una “inmensa placidez” (Mayor Oreja dixit), proclamen que aquí no hay democracia, que se persigue al PP y que los policías, fiscales y jueces que abren causas a militantes y cargos populares no lo hacen por ser presuntos delincuentes, sino por ser conservadores. Calumnia, que algo queda.
Enric Sopena es director de El Plural
Los Calvitos ¿Y cuando se le termine el chollo al PP?
ANTHRAX
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Condena ejemplar en Argentina por los crímenes de la dictadura
La Justicia argentina comenzó el miércoles a condenar a los militares y policías que secuestraron, torturaron y mataron en el mayor centro clandestino de detención del Ejército en la última dictadura (1976-1983), el regimiento de Campo de Mayo (26 kilómetros al noroeste de Buenos Aires). El general retirado Santiago Omar Riveros de 86 años, ex comandante de Institutos Militares y antigua máxima autoridad de la Zona IV del Ejército argentino, fue sentenciado a cadena perpetua por la detención ilegal, la tortura y el homicidio de un adolescente de 14 años, Floreal Avellaneda, que militaba en la Federación Juvenil Comunista. Otros cuatro militares y un ex policía recibieron penas de prisión de entre ocho y 25 años por el mismo caso.
Por Campo de Mayo desfilaron durante el régimen militar más de 5.000 detenidos ilegalmente. Allí se los sometía a torturas para que revelaran información sobre los grupos guerrilleros o los movimientos de izquierdas de aquella época. Dada la gran cantidad de denuncias sobre los delitos cometidos allí, se habla de la megacausa judicial de Campo de Mayo. El primer juicio oral y público de esa megacausa abordó el caso de Floreal, cuyo crimen ya se había relatado en el juicio a las juntas militares de 1985, en el que se había condenado también a Riveros. Pero Riveros y los demás condenados fueron indultados en 1990 por el entonces presidente Carlos Menem. Aquellos indultos y las leyes de amnistía para los mandos medios y bajos de las fuerzas de seguridad (las leyes de obediencia debida y punto final) fueron declaradas inconstitucionales por la Corte Suprema de Justicia, bajo el impulso del Gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007), por lo que los crímenes considerados de lesa humanidad no prescribieron y ahora están siendo juzgados.
Militares disfrazados irrumpieron en la casa de Floreal Edgardo Avellaneda, El Negrito, en la madrugada del 15 de abril de 1976, pocas semanas después del golpe militar. Buscaban a su padre, también llamado Floreal, un obrero comunista que participaba en el comité de empresa de una fábrica textil y que estaba calificado por las fuerzas de seguridad como un "combatiente". Los militares ametrallaron la puerta de la vivienda de Munro, en el norte del Gran Buenos Aires, cortaron el cable del teléfono, robaron los sueldos de los padres de El Negrito, pero no encontraron al buscado. Entonces se llevaron al adolescente y a su madre, Iris Pereyra, también militante del Partido Comunista, a la comisaría policial de Villa Martelli. Allí los separaron para torturarlos con picana, pero Iris, que logró sobrevivir, oía los alaridos de su hijo. "¡Decíles, mami, que papi se escapó!", alcanzó a gritarle El Negrito a su madre desde una habitación a otra. Después fueron trasladados a El Campito, como se conocía al centro de detención de Campo de Mayo.
Como a muchos otros desaparecidos, al joven Floreal le tocó ser arrojado a las aguas del Río de la Plata. Su cuerpo sin vida apareció el 14 de mayo de 1976, el día en que cumplía 15 años, en las costas de Uruguay. Tenía signos de torturas y de que lo habían matado con el método de apalancamiento, que consiste en atravesarle una estaca a lo largo del torso. Su madre fue trasladada a una cárcel común y recuperó la libertad en 1978.
El Tribunal Federal Oral 1 de San Martín, localidad vecina de Munro, condenó el miércoles a Riveros por el crimen de Avellaneda y el secuestro de su madre a prisión perpetua, que deberá cumplir en una cárcel común, al igual que los demás sentenciados. No podrán alojarse en celdas militares, como pretendían. Incluso, Riveros insistió en su alegato final en desconocer la autoridad de los magistrados que lo juzgaban, Lucila Larrandart, Marta Milloc y Héctor Sagretti. "Ustedes son jueces de la democracia, no pueden ser jueces de militares, no nos conocen bien, no saben lo que sufrimos", argumentó.
También fueron condenados el ex jefe de Inteligencia de Campo de Mayo, el general Fernando Verplaetsen, a 25 años de prisión, aunque por su estado de salud pedirá el arresto domiciliario; el ex jefe de la Escuela de Infantería, otro general, Osvaldo García, a 18 años; el ex policía Alberto Aneto, a 14 años y dos capitanes que participaron del secuestro y el robo, César Fragni y Raúl Harsich, a ocho años. Tras escucharse la sentencia entre aplausos de familiares de Floreal, militantes comunistas e hijos de desaparecidos, los padres del joven coincidieron en que la "lucha sigue": ella irá a Uruguay a buscar el cuerpo de su hijo, robado de un cementerio en 1979, y él abogó por condenar a todos los demás culpables de los crímenes de la dictadura.
Lo que la información de El Pais no cuenta -y que yo escuché en la declaración final de uno de los militares condenados- es como decían que ellos tan sólo tienen un juzgador supremo, en referencia a Dios.
Y por supuesto Dios los salvará, pues en su interior, estos fanáticos genocidas se sienten inocentes y piensan que los horrendos crímenes de los que fueron protagonistas los cometían con el visto bueno de su Dios. Igual que los talibanes o los de Al Queda. Al final entre fanáticos no hay tanta diferencia: usan a su respectivo Dios para lavar su sucia, criminal y asquerosa conciencia.
Por eso los fachas no creen en la justicia, pues ellos, también tienen un juez supremo: -en este caso dos- Dios y España. Y creen que pueden hacer cualquier cosa que atente contra las leyes o contra los DDHH si creen que lo hacen por Dios y por España.
Es terrible, estamos rodeados de una derecha extrema y cavernaria llena de fanáticos patrioteros y religiosos, capaces de cualquier cosa, que además se sienten alentados pues los graves crímenes de la derecha han quedado totalmente impunes, y eso les da mayor fuerza para seguir igual.
Que suerte tienen en Argentina. Tan sólo haciendo justicia y con un ejercicio de reparación de la memoria histórica, podrán afrontar el futuro sin lastres y con los criminales en su sitio, no como aquí, que son beatificados por la iglesia.
LA GUERRA CIVIL DENTRO DE LA GUERRA CIVIL, IZQUIERDISTAS MUERTOS A MANOS DE GENTE COMO RUBI
El 10 de junio de 1936 se produce un enfrentamiento sindical en Málaga, los de la CNT asesinan al concejal comunista Andrés Rodríguez González, respondiendo los de la UGT abatiendo de seis balazos a Miguel Ortíz Acevedo, dirigente de la CNT. Al día siguiente es asesinado el sindicalista Antonio Román Reina, y finaliza la batalla en el puerto con la muerte de un obrero afiliado a la CNT.
En julio de 1936 en Barcelona, militantes de la CNT asesinaron a más de 80 miembros de la UGT.
Los asesinatos de modestos campesinos, artesanos y comerciantes, la mayoría partidarios del Frente Popular, asesinatos cometidos por la CNT-FAI, al imponer e implantar por la fuerza de las armas las colectividades agrícolas.
Edward Knoblaugh, corresponsal norteamericano en Madrid en 1936 escribe: “Los anarquistas y los socialistas-comunistas se mataban entre sí con regularidad uno o dos muertos al día. (...) la ejecución de cientos de izquierdistas moderados, bajo acusación de sabotajes y actividades contrarrevolucionarias”.
El asesinato por sus propios compañeros del joven poeta inglés John Cornford, dirigente comunista universitario alistado en las Brigadas Internacionales, según confesión de su madre Frances Cornford al historiador Hugh Thomas.
A finales del verano de 1936 cerca de Barbastro, fueron asesinados por militantes anarquistas 25 afiliados a la UGT.
En octubre de 1936 en el frente de Tagus y por orden del general republicano José Asensio, son fusilados 30 milicianos.
50 muertos en octubre de 1936 en Madrid, en la plaza de Tetuán y calles limítrofes, por enfrentamientos entre fuerzas del orden y anarquistas.
El 19 de noviembre de 1936, el líder anarquista Buenaventura Durruti es herido de muerte de un disparo realizado a corta distancia y por la espalda, cuando estaba inspeccionando las tropas del frente de la Ciudad Universitaria de Madrid.
Los asesinatos de republicanos e izquierdistas cometidos por las anarquistas y autónomas Columna de Hierro y Columna del Rosal, sus enfrentamientos con otras fuerzas del Frente Popular, como el choque de noviembre de 1936 en Valencia, cuando la Columna de Hierro sembró el terror en la ciudad y su posterior batalla con la Guardia Popular Antifascista, policía comunista-socialista, que dejó un saldo de 148 muertos.
En el pueblo toledano de Villanueva, por orden del alcalde comunista, fueron asesinados 16 militantes de la CNT.
A finales de diciembre de 1936 en el pueblo tarraconense de La Fatarella, hubo más de 20 muertos por los enfrentamientos entre socialistas y comunistas de la UGT y militantes de la CNT-FAI.
En 1936 son asesinados por venganzas y rivalidades los delegados de Abastos, Manuel López de la CNT y el comunista Pablo Yagüe de la UGT.
El 25 de abril de 1937 en el barcelonés Molins de Llobregat, es asesinado Roldán Cortada dirigente del PSUC. Al día siguiente en Puigcerdá, son abatidos a balazos el anarquista Antonio Martín y dos de sus compañeros.
Antonio Sesé Artaso secretario de la UGT catalana, dirigente del PSUC y consejero de la Generalidad, el 6 de mayo de 1937 es herido de muerte de un disparo realizado por militantes del PSUC. En un informe secreto de 14 de octubre de 1936 elaborado por André Marty, el dirigente de la Internacional Comunista afirmaba: “Sesé, un hombre sospechoso desde todos los puntos de vista”.
Los sucesos del mayo catalán, con un mínimo de 277 muertos, como los 36 anarquistas asesinados por el PSUC en Tarragona, o los 12 cadáveres de los jóvenes anarquistas abandonados en el cementerio de la barcelonesa Sardañola, “horriblemente mutilados, con los ojos fuera y las lenguas cortadas”, según denunció la ex ministra y dirigente anarquista Federica Montseny Mañé.
Al conocerse los sucesos de Barcelona, el 4 de mayo de 1937, fuerzas anarquistas abandonan sus posiciones en el frente de Aragón y se dirigen a la Ciudad Condal a defender a sus compañeros. A su paso por Binéfar, Barbastro, El Grado, Albalate de Cinca, Peralta de Alcofea, Valderrobres, Mora de Rubielos y otras poblaciones, se producen enfrentamientos, asesinatos y ejecuciones.
Después del mayo catalán vendrán las represiones, primero contra el POUM, hasta casi su total exterminio.
Según el dirigente del POUM Andrés Nin Pérez, en diciembre de 1936 tenían 30.000 afiliados, y según Erwin Wolf, que también fue detenido y hecho desaparecer por el NKVD -la policía secreta soviética-, el 6 de julio de 1937 escribía: “Es imposible decir cuántos miembros activos quedan del POUM, 100, 200, 300 como máximo”.
Andreu Nin Pérez, ex hermano, ex consejero de la Generalidad y uno de los líderes del POUM, detenido el 16 de junio de 1937 en Barcelona por orden del jefe del NKVD, Alexander Orlov, fue trasladado a Madrid y torturado hasta la muerte, su cadáver, como el de otros muchos desaparecidos, posiblemente fue a parar al secreto horno crematorio de Orlov, horno crematorio cuya existencia fue revelada en el año 1998 por el coronel y archivero del KGB, Vasili Nikitich Mitrokhin.
Después de terminar con el POUM, en todo el territorio del Frente Popular, socialistas y comunistas desataron una campaña contra las colectividades anarquistas. Enrique Líster, el comandante comunista de la XI División, fue el responsable de numerosos asesinatos de campesinos castellanos, como los 60 fusilados en el pueblo toledano de Mora, ejecuciones que jamás negó e incluso justificó; pero tanto en número como en crueldad fue superado por su camarada comunista Valentín González, “el Campesino”. Según testimonios, sólo en la zona central castellana fueron eliminados cientos de pequeños campesinos, comerciantes y artesanos colectivistas.
Finalizada la liquidación de las colectividades agrarias le llegó el turno al anarquista Consejo de Aragón, instalado en Caspe.
Aragón había quedado dividido en dos partes, las capitales Zaragoza, Huesca, Teruel y algunas poblaciones era zona nacional, y desde octubre de 1936 los anarquistas eran dueños de la otra parte de Aragón, y según los comunistas, esos territorios estaban dominados por el pillaje, el desorden y el crimen.
El 5 de agosto de 1937 el ministro de Defensa, el socialista Indalencio Prieto, llamó a Enrique Líster para darle una orden, pero no por escrito, sino verbal, de que actuase sin contemplaciones ni trámites burocráticos y acabase con el Consejo de Aragón. Enrique Líster, que además de asesino contaba con una de las mejores y más eficaces unidades armadas del Frente Popular, cumplió con creces la orden verbal. A finales de agosto, cuando ya casi estaba dominado todo el territorio aragonés que había estado en poder de los anarquistas, fue nombrado gobernador general de Aragón el militante de Izquierda Republicana, José Ignacio Mantecón, y con las compañías de Guardia de Asalto que le acompañaron más la División de Líster, se dio por finalizada la misión, que fue llevada a cabo “con extremada violencia”.
De las numerosas ejecuciones del comunista Enrique Líster –de algunas de ellas alardeó ufano hasta el último día de su vida-, se sabe que durante la ofensiva de Brunete en julio de 1937, ordenó fusilar a un comisario de división y a un comandante de brigada regular, ambos anarquistas.
En cuanto al desconocido número de ejecuciones dentro de las Brigadas Internacionales, en Brunete, y en la noche anterior a las ejecuciones ordenadas por Líster, fueron fusilados 18 “brigadistas”.
Uno de los jefes carceleros de las Brigadas, el croata Copic, hermano del coronel Vladimir Copic, con motivo de la llegada de nuevos prisioneros “brigadistas”, ordenó fusilar a 16. En otra ocasión 50 prisioneros “brigadistas” lograron evadirse, por lo que ordenó como escarmiento la ejecución de 50 presos.
El “brigadista” francés Roger Codou consultó algunos informes sobre las prisiones de las Brigadas, descubriendo que muchos de los prisioneros morían por “inmersión en agua”.
El 14 de junio de 1938, el teniente alemán Hans Rudolph, torturado durante seis días, fue ejecutado de un tiro en la nuca junto a otros seis “brigadistas”.
Otras veces los ejecutados eran computados como muertos en combate, como el caso de Erich Frommelt, “brigadista” fusilado en noviembre de 1937 y dado oficialmente por muerto en el frente de Teruel.
Existe un escrito donde el miembro del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista y uno de los organizadores de las Brigadas Internacionales, el hermano francés André Marty, informa en noviembre de 1937 al Comité Central del Partido Comunista Francés: “Estas ejecuciones, las que han sido dispuestas por mí, no pasan de quinientas”. El mentiroso historiador Rémi Skoutelsky, afirma que en ese escrito hay añadiduras y falsificaciones, y que él investigando había dado con la fuente franquista de la falsificación, el librito editado en Barcelona en 1939, “Las Brigadas Internacionales según testimonio de sus artífices”. Pues bien, yo conocía ese librito y he consultado tres de sus ejemplares y puedo afirmar que se limita a traducir y recoger sólo una parte del informe de Marty, informe completo que fue reproducido por el “brigadista” Andreu Castells en su libro, “Las Brigadas Internacionales de la guerra de España”, Barcelona, 1974, pp. 257 y 258.
Para finalizar este apartado sobre las ejecuciones en las Brigadas Internacionales, he de decir que en un informe alto secreto del camarada Gómez; es decir, Wilhelm Zeisser, agente del GRU -el servicio de inteligencia militar soviético- y jefe de la base de Albacete de las Brigadas Internacionales, a 31 de marzo de 1938 el total de los incorporados a las Brigadas era de 31.369: 15.992 disponibles, 5.062 devueltos a casa heridos y 4.575 muertos y desaparecidos, y el apartado denominado “diferencia”: 5.740, es el total que incluye a los desertores y a los ejecutados. (Ronald Radosh. Mary R. Habeck y Grigory Sevostianov. España traicionada. Barcelona, 2002. pp. 511 y 549). Ejecutados cuyo número real jamás sabremos, al igual que pasa con los miles de ejecutados en y por el Frente Popular.
El 20 de enero de 1938, fueron fusilados en el pueblo turolense de Rubielos de Mora, 46 milicianos acusados de insubordinación.
Del 5 al 13 de marzo de 1939 tuvo lugar en Madrid la última batalla de la Guerra Civil, donde se enfrentaron fuerzas prosoviéticas socialistas y comunistas, contra fuerzas anarquistas de Cipriano Mera Sanz y del militar profesional y republicano, el hermano Segismundo Casado López. Tampoco se conoce el número exacto de muertos, y las cifras que dan algunos historiadores van desde los más de 200, 500, unos 2.000, más de 5.000 y hasta 20.000; eso sí, se sabe que el coronel o general Casado ordenó fusilar a los comunistas coronel y hermano Luis Barceló Jover y al comisario José Conesa, y que anteriormente fuerzas de Barceló habían ejecutado a los ayudantes de Casado, los coroneles José Pérez Gazzolo, Arnoldo Fernández Urbano, Joaquín Otero Ferrer y al comisario Angel Leal
Si no hubieseis desatado el caos de la guerra, todas estas muertes no se hubieran producido.
En el bando nacional (donde luchaban los nazis, los de mussolini y los cien mil moros mercenarios) también se producirían estas luchas intestinas y ajusticiamientos. Si conocemos los de un bando, es porque en ese bando había libertad de información y se sabía lo que pasaba.
El bando de los nacionales fascistas (donde luchaban los nazis, los de mussolini y los cien mil moros mercenarios) era más marcial, por lo que las informaciones sobre disputas o ajusticiamiento entre sus propias filas quedaron ocultas. Y bien enterradas con cuarenta años de dictadura y propaganda.
Si hasta fuisteis capaces de matar a curas vascos ¿crees que no hubo crímenes y fusilamientos entre las propias filas fascistas? Lo dudo mucho.
Pero como ya te he dicho, la libertad de información (ni de ningún otro tipo) no era algo que caracterizara a los fascistas.
Yo leí algo una vez sobre como los falangistas se liaron a tiros con los mercenarios moros a cuenta de los horrendos crímenes y violaciones de niñas que cometieron en un pueblo que fue tomado por estos últimos (recuerda que el premio que Franco les daba a sus compañeros mercenarios de Africa era saquear, matar y violar en las poblaciones tomadas a la república)
Poblaciones donde los golpistas también tenían familiares, y cuando un par de días después acudían, veian desolados lo que habían hecho sus compañeros de batalla.
(Recordemos que los golpistas se limitaban a llegar a poblaciones tomadas por los bombardeos nazis y por la fuerza de choque de mercenarios moros para fusilar a civiles. Fijaros si eran cobardes que utilizaban a otros para lo 'gordo' y ellos a fusilar civiles)
En este pdf de la propia Fundacion Jose Antonio, vemos como Franco ajustició a falangistas
'(recuerda que el premio que Franco les daba a sus compañeros mercenarios de Africa era saquear, matar y violar en las poblaciones tomadas a la república)'
Estos fachas ignorantes, nunca se han preguntado por qué en muchas poblaciones de España hay tantos Españoles con apellidos castellanos y unas facciones de moro del Rift que no pueden tirar de ella.
Son tan estúpidos e ignorantes que se creen que lo saben todo sobre la guerra civil por leer al revisionista propagandista de Pio Moa y otros por el estilo.
Son tan subnormales que no se dan cuenta que setenta años después siguen defendiendo los intereses de la peor oligarquía Europea ¿acaso pensais que vuestros abuelos eran ricos terratenientes, ricos nobles con títulos de marqueses o ducados, millonarios industriales, potentados caciques, militares viviendo a cuerpo de rey en un mar de ignorancia y cruces u orondos curas y cardenales?
Imbéciles, ignorantes, desgraciados. Pero sobre todo: gilipollas.
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