¡Qué coñazo, Dios mío, qué coñazo! (Genial artículo de Javier Valenzuela)

Hete aquí, me digo, otra muestra de ese rancio y facilón pesimismo histórico español que sigue impregnando buena parte de nuestro discurso periodístico.
Pesimismo crónico
Desde el comienzo de la decadencia del imperio español, el pesimismo, el complejo de inferioridad y la autoflagelación han caracterizado nuestra vida nacional. El patriotismo de hojalata falangistoide, el de la unidad de destino en lo universal, no ha sido sino el envés de esa actitud.
De los primeros
Discurso perdedor
Pero como bien dice el profesor Ignacio Sánchez-Cuenca a propósito de la lucha contra ETA, en España resulta muy difícil construir un discurso colectivo ganador. Son muchas décadas y siglos de discurso perdedor.
La inmigración, ¿un problema?
Veamos, por ejemplo, la inmigración. España es hoy el país más atractivo del mundo junto a Estados Unidos para los emigrantes del Tercer Mundo. Hasta en Pakistán planean viajes temerarios a las Canarias. Y sin embargo, la tendencia mayoritaria aquí es presentar esto como un problema, una amenaza, una avalancha, una angustia, etcétera.
El caso de EEUU
Cada año entran en Estados Unidos cientos de miles de inmigrantes legales, por no hablar de los más de diez millones de ilegales que allí viven. Ha sido así desde finales del siglo XIX y esta permanente aportación de sangre fresca –italiana, polaca, irlandesa, china, latina, india, pakistaní, rusa...- es una de las razones del poderío estadounidense.
El Sueño Americano
A partir de este hecho, los norteamericanos han construido un discurso ganador, el llamado American Dream, el Sueño Americano. Nos lo han vendido al resto del mundo hasta la saciedad: en el lenguaje político y periodístico, en la literatura, la música y el cine, en la publicidad y el comercio. El hecho de que América, como ellos llaman a su porción del continente, fuera El Dorado para millones de seres que pretendían huir de la tiranía y la miseria ha sido –y sigue siendo- un motivo de orgullo nacional para los estadounidenses y una imagen colectiva de marca ante el exterior.
En España, no
En España, no. En España, al contrario, los muchos políticos, periodistas y ciudadanos que siguen instalados en el pesimismo hablan con temor y escándalo de lo que denominan peyorativamente Efecto Llamada. Y nadie, que yo sepa, osa articular la fórmula el Sueño Español, the Spanish Dream. O si lo prefieren, el Sueño Europeo.
¿Sueño europeo?
Ha tenido que ser un estadounidense, Jeremy Rifkin, el que, en un libro así titulado, ha hablado con toda claridad del Sueño Europeo, que, en su opinión, es hoy mucho más seductor y moderno que el Sueño Americano. ¿Pero quién hace en España novelas, canciones o películas que cuenten sin complejos –y sin nacionalismo patriotero de castañuelas- que éste es un país abierto, dinámico y atractivo hasta el punto de que, según una encuesta del Financial Times, la mayoría de los ejecutivos europeos querrían trabajar aquí? Poca gente, muy poca.
¡Qué coñazo!
Aquí lo suyo sigue siendo despertarse por las mañanas en plena Achura de la autoflagelación nacional, escuchando a tristes profetas del Apocalipsis que aseguran que España se rompe, que ETA ha ganado la batalla, que nuestra economía se va a pegar un castañazo, que el apagón de Barcelona no tiene parangón en el mundo -¿y los de Nueva York y Los Ángeles?-, que los rusos deben de estar locos para querer espiarnos... Y que los inmigrantes son un peligro y no una oportunidad, que vienen aquí por un indeseado y malévolo Efecto Llamada. ¡Qué coñazo, dios mío, qué coñazo!
Los españoles, satisfechos
Aunque la visión avinagrada de nuestro presente y futuro tenga mucho peso en la clase política y mediática madrileña, la gran mayoría de los españoles no la comparte en absoluto. Los españoles son los ciudadanos europeos que mayor grado de satisfacción sienten con el tipo de vida que llevan, según el Eurobarómetro de primavera que la Comisión Europea difundió el pasado 11 de julio. El 67% se declara contento, más de 8 puntos porcentuales por encima de la media de la Unión Europea. Ese sondeo confirma también que más de dos tercios de los españoles sienten que la pertenencia a la UE supone beneficios para ellos y creen que las palabras "moderna" y "democrática" son las que mejor definen a Europa. Por lo demás, sólo el 36% se declara preocupado por la inmigración en el Eurobarómetro. Dos tercios frente a un tercio: ésta es, una y otra vez, sea cual sea el tema, la foto de la España actual. Y ya saben quiénes son los líderes de los cenizos.